La flotación dorsal o flotación boca arriba es fundamental para la supervivencia en el agua. De hecho a los niños pequeños lo primero que se le enseña es a flotar boca arriba. De esta manera, ante una situación inesperada que comprometa la vida del niño, éste sabrá ponerse boca arriba para poder respirar esperando una ayuda si fuera necesario.
Pues bien, si es primordial para los niños, también lo es para los adultos y para todo aquel que se meta en un espacio acuático.
Teniendo en cuenta la importancia de esta flotación ( no solamente para la supervivencia en el medio acuático si no también como alternativa de nado al que se hace en posición ventral o boca abajo ) es imprescindible que durante la enseñanza de la natación se deba enseñar a flotar boca arriba. Incluso aunque se tenga miedo a flotar en esta posición.
Precisamente, uno de los miedos en el agua más fuertes es flotar boca arriba. El primero de los miedos es meter la cabeza en el agua pero luego es el de flotar.
Dentro del miedo a flotar, primero hay que superar el miedo a flotar boca abajo ( al que también se le tiene bastante miedo ) pero cuando viene el momento de flotar boca arriba la verdad es que el miedo es aún mayor, generalmente.
La persona con miedo cuando se ve boca arriba, se ve bastante perdida. No tiene referencias espaciales y no sabe cómo responder ante esa posición del cuerpo. También siente una gran inestabilidad (aunque el agua no se mueva mucho ) y miedo a no saber ponerse de pie.
Cuando intenta flotar boca arriba, en el momento de tumbarse, tiene miedo a hundirse con la cara mirando hacia arriba, con la consiguiente desagradable entrada de agua por la nariz.
Debido a todos estos miedos ( miedo a tumbarse, miedo a hundirse boca arriba, miedo a perder referencias espaciales, miedo a perder estabilidad, miedo a no saber ponerse de pie por sí solo, etc. ) durante la flotación el cuerpo se pone muy rígido ( gesto de la cara rígido, cuello muy rígido, brazos y piernas muy rígidas ) estado corporal que hace difícil flotar adecuadamente en los primeros intentos.
La gran rigidez no solo impide flotar bien sino que además impide casi cualquier movimiento. El alumno está casi como paralizado por el miedo. De manera que también le resultará muy difícil colocarse de pie por sí solo. De hecho, en los primeros intentos, tenemos que ayudarle a ponerse de pie y veremos que al ayudarle a levantarse, todo su cuerpo es como un bloque. No flexiona el cuello ni la cintura ni las piernas.
Teniendo en cuenta toda esta situación, que se genera en torno a la persona con miedo a flotar boca arriba, hay que intentar transmitir una gran confianza, por parte del instructor, para que el alumno siga todas las indicaciones necesarias hasta la superación del miedo.
Para empezar, el instructor tiene que estar ayudando y apoyando dentro del agua, dando las instrucciones necesarias para que el alumno vaya cogiendo confianza. Pero sobre todo no le engañará. Por ejemplo, colocándose detrás de él diciéndole que le va a sujetar en el momento de tumbarse para luego retirarse. Con esta actitud lo único que habrá conseguido es perder toda la confianza del alumno depositada en él.
Tampoco usaremos flotadores para ayudarle a que flote. Ya que se acostumbrará a ellos y luego será muy difícil que intente flotar sin ellos. Sabemos perfectamente que el ser humano tiene la capacidad natural de flotar por sí solo, por lo que evitaremos usar flotadores para la enseñanza de la flotación, tanto boca arriba como boca abajo ( como de pie en flotación vertical ).
Con el apoyo directo del instructor dentro del agua ayudando a que se tumbe, sujetándolo durante la flotación y ayudándole a ponerse de pie estaremos dándole confianza, fundamental para que flote cada vez con menos rigidez y más relajado.
Se le darán las indicaciones oportunas ( por ejemplo, al estar boca arriba podrá respirar y la respiración induce a la relajación ) y le ayudaremos lo necesario para que flote. Según vaya cogiendo confianza sintiéndose cada vez más tranquilo, le iremos dando cada vez menos ayuda hasta que por sí solo sea capaz de tumbarse , flotar y ponerse de pie sin ayuda de nada ni de nadie.
Sin duda es un trabajo paciente, en el que el instructor debe tener siempre una actitud cercana, atenta, con un tono tranquilo y de acompañamiento en todo momento ( nunca deberá perder la paciencia ni alterarse ) con el alumno que lo está pasando mal intentando quitarse el miedo a flotar boca arriba.
Cuando ya ha superado el miedo a flotar, descubrirá el gran placer que se siente cuando se flota boca arriba y las nuevas posibilidades que se le abren ante el medio acuático.
– Espero que te haya sido útil este artículo y nuestra web al saber que puedes constatar, paso a paso, con nuestro MÉTODO NSM ( que incluye 3 flotaciones verticales ) cómo vas venciendo tu propio miedo al agua y, al mismo tiempo, ir comprobando cómo vas disfrutando cada vez más y mejorando tu dominio del medio acuático.
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