Hace poco tuve una conversación con un alumno al que le estaba enseñando técnica de nado, habilidades acuáticas, etc. para que superase el miedo a la zona profunda. Pero me dijo que él solo pretendía nadar un poco, sin demasiada técnica, porque no pretende ir a ningunas olimpiadas. Lo único que quería era estar en compañía con sus amigos en el agua. Además ellos tampoco nadan muy bien aunque no tienen miedo al agua ni a la zona profunda. Él se conforma con nadar como ellos para estar con ellos en el agua y poco más.
Su intención era un poco como esas personas que van nadando tranquilamente con la cabeza fuera del agua, estilo rana, pero que no tienen miedo y solo pretenden refrescarse un poco moviéndose por el agua y punto.
Para empezar, cuando me comentan que no pretenden ir a ninguna olimpiada no son conscientes de lo que dicen. Ni es un comentario muy acertado para que anime al profesor a enseñarle con mucho interés. Pero, en cualquier caso, eso equivale a decir que para aprender a escribir solo necesito conocer las vocales y un poco el abecedario y no me complique usted la vida que yo no pretendo ser premio nobel de literatura.
El problema es que no se entiende que aprender a nadar lo justo, para manejarse en el agua, no es suficiente para una persona con miedo al agua.
Si no tienes miedo, te puedes permitir el lujo de saber lo justo para desplazarte por el agua, o incluso de nadar mal, pero si lo tienes es imposible.
Una persona con miedo al agua tiene que aprender bien los fundamentos de la natación si quiere superar el miedo. Una persona sin miedo no los necesita para moverse por el agua. Pero ¡ojo! sí los necesita para alcanzar objetivos como nadar correctamente, no fatigarse, no lesionarse, no pasar apuros, estar en forma, conservar una buena salud física ( y por extensión también psíquica ), disfrutar realmente del agua, etc.
Sin embargo, aprender a nadar para conseguir estos objetivos no significa que nos estemos entrenando para presentarnos a unas olimpiadas, ni mucho menos. Ni que el instructor pretenda hacer de nosotros un nadador profesional.
Tenemos que entender, que si tenemos miedo al agua tenemos que saber más, aprender más y practicar más que el resto de la gente que no tiene miedo, y eso no quiere decir que nos estemos preparando para un mundial.
Lo único que quiere decir, es que para poder nadar con tranquilidad y normalidad en el agua necesitas más conocimientos que una persona que no tiene miedo al agua. Lo que no quita, que la persona sin miedo, insisto, no necesite esos conocimientos.
La diferencia entre tener miedo al agua y no tenerlo es abismal.
El miedo es necesario porque está para salvarnos la vida, pero en exceso se convierte en una emoción paralizante, muy limitante psicológicamente hablando. Tanto que nos hace creer que somos incapaces de lograr aquello que nos gustaría conseguir. Llegando, incluso en algunos casos, a rehuir el agua en cuanto la tienen cerca.
Por el contrario, el que no tiene miedo al agua no padece esa creencia incapacitante, que puede acabar en fobia al agua o hidrofobia, por lo que aunque no sepa nadar, no tiene ningún problema en meterse en el agua aunque solo sea para nadar un poco, a su manera, sin ni siquiera haber recibido clases de natación, incluso en zona profunda.
En principio, las personas que no tienen miedo al agua no necesitan ningún aprendizaje para meterse en el agua, ni tampoco para hacerlo aunque sea en la zona que le cubre, pero sí lo necesitan para saber nadar, es decir, para dominar el medio acuático si pretenden disfrutar de todas los beneficios que les puede proporcionar el agua.
Tenemos que desterrar la idea de que, si quiero aprender a nadar, solo con saber un par de cosas es suficiente y, mucho menos, si tengo miedo al agua.
Por lo tanto, todo el mundo que quiera aprender a nadar debería conocer los fundamentos básicos de la natación. Especialmente las personas con miedo al agua. Para dominar suficientemente el medio acuático, aunque luego no pretendan ir a unas olimpiadas o cruzar a nado el Canal de la Mancha.
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